viernes, 12 de junio de 2009

Lo que dirías a los mayores sobre el tabaco

Yo no tengo una buena idea sobre el tabaco. Se lo que puede llegar a causar. Mi abuela Manuela murió por consumirlo. Ella siempre fue una chica excelente, además era muy guapa. De pequeña la llamaban “Manuelita la más bonita”. Tenía el pelo moreno, siempre recogido en largas trenzas o en moños falleros. También tenía los ojos negros como la oscuridad, una nariz fina y una boca alegre. Sacaba buenas notas, ya que era una persona que tenía las ideas claras y además era muy responsable, a pesar de ser una persona extrovertida, alegre y feliz. Cuando tenía veinte años aproximadamente, en una boda le dieron a probar tabaco, por no quedar mal, ella aceptó diciendo: “Bueno, por probarlo no me va a pasar nada”. En otra boda ocurrió lo mismo, lo único que cambió fue la contestación: “Si solo es un cigarrillo”. Ella tenía muchas amigas, por eso siempre estaba en bodas o en otras celebraciones y como iba a tantas de ellas acabó enganchándose al tabaco. Desde entonces, no dejó de fumar ya que, como me contaba ella, el tabaco es un vicio que se convierte en necesidad. Desde hace unos años, la he estado acompañando al hospital, ya que le entraban ataques de tos y vómitos continuos. Un día, le detectaron cáncer de pulmón. Cuando le ocurrían esos ataques yo intentaba tranquilizarla. Yo confiaba en que ella podría resistirlo. Una vez estuvo ingresada en el hospital mucho tiempo, meses después de darle el alta murió porque se ahogó de no poder respirar. Ella antes de morir me dijo que le prometiese que de mayor no iba a fumar y sin dudar yo respondí “te lo prometo abuela”. Por eso siempre que paseo por la calle y veo a personas de todas las edades fumando me entra una pena terrible, ya que recuerdo a mi abuela Manuela. Yo cumpliré la promesa que le hice a mi abuela: nunca fumaré.
Miriam Costa Agudo (6º curso de Primaria, Colegio Alkor)

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